viernes, setiembre 15, 2006

La primera vez que te vi a mi lado defendías con palabras nunca oídas tu derecho a un lenguaje particular, a traducir con la mirada miles de vacíos. ¿Dónde quedaron los sonidos inconclusos?, ¿dónde la suavidad de unas cuerdas haciéndote flotar a centímetros de las sábanas? Azules. Por primera vez acaricio el humo de tus pensamientos, y por un segundo me pertenece. Bombero de nimiedades, atraparé el fuego, o al menos el resfriado que tu ausencia me hereda, dentro de esta pecera cubierta que nos contiene.

jueves, setiembre 07, 2006


La fuerza del guerrero sepia, lluvia de ocaso, se depositaba en las raíces de una mandrágora. El jardinero enterró sueños, rogando a los dioses que creciera un roble robusto, sepia, que guíe ejércitos interminables y le devuelva la libertad perdida.
Muchos años después, al pié de un árbol chueco, asoma entre las astillas de una cruz con el nombre del jardinero, una mandrágora sepia, que morirá al amanecer para derramar lápidas bajo mil gritos.